Para crear los apliques a pared diseñados por Beatriz Silveira “pensamos en la arcilla blanca con chamota fina como la mejor opción”, asegura la artista María Centeno. También decidimos moldearla sin ninguna otra herramienta más que nuestras manos.
El proceso creativo constó de tres fases bien diferenciadas. Primero fue la creación de una base para generar los vacíos. Después el método por adición y posteriormente el desbastado.
Ha sido un trabajo muy complejo por varios motivos. Creamos dos piezas gemelas sin la ayuda de moldes y les aplicamos un sistema de cuelgue sin intervenir en el diseño. Además, hubo que solventar el peso de las piezas dividiéndolas en partes.
Debido a la fragilidad de estos apliques tuvimos especial cuidado en el secado y el enfriamiento tras el horneado».